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La pandemia por SARS COV-2 ha marcado un desafío sin precedentes en nuestro país y su sector económico. El funcionamiento de industrias de servicios esenciales ha sido imperativo en la respuesta ante esta amenaza y ha representado la obligación de modificar la forma de ejecutar y prestar los servicios. La rápida transformación de las operaciones, procesos y espacios físicos para prevenir y controlar el esparcimiento del virus en las áreas de trabajo, y el refuerzo de las medidas de seguridad, ha sido necesario para la protección del recurso más valioso que son los trabajadores. Estos han sido clasificados como trabajadores esenciales críticos por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), dada la responsabilidad de continuar operaciones a pesar de las restricciones, alertas o incluso de la presencia de casos confirmados a lo interno de la empresa.
Por lo anterior, es primordial la identificación de los puestos de trabajo críticos y que aumentan el riesgo de contagio, para contrarrestar la propagación del virus. Por el tipo de actividad, los trabajadores se encuentran colaborando continuamente en horarios prolongados y de forma cercana en las líneas de procesamiento, debiendo esto ser controlado.
En la industria alimentaria, las buenas prácticas de manufactura son la herramienta básica para la mitigación del riesgo. Sin embargo, organizaciones internacionales como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el CDC, han establecido medidas específicas para este sector y que valen la pena resaltar:
Otra actividad clave que representa un alto riesgo de contagio es el transporte y entrega de productos alimenticios. Para esta actividad se establecen directrices específicas a los conductores, quienes deben guardar el distanciamiento físico al recoger y pasar entregas a los clientes, mantener un alto grado de limpieza personal y usar ropa protectora limpia. Asimismo, deben garantizar que todos los contenedores de transporte se mantengan limpios y se desinfecten con frecuencia, y que los alimentos sean separados de otros productos que puedan causar contaminación.
El reto más grande para todo empleador no es definir los controles, sino arraigar una cultura de prevención para que sean correctamente implementados. Al final, la prevención y control del virus SARS-COV 2, únicamente se suma a otro sin número de riesgos a los que diariamente se encuentran expuestos los trabajadores de la industria alimentaria. Por ello, se recomienda asesorarse para identificarlos, evaluarlos y minimizarlos, y así evitar responsabilidades y consecuencias graves para el negocio.
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